EL BARRIO DEL PILAR Y EL ABSOLUTISMO DEL SÍLICE. FERNANDO SÁNCHEZ

Imagen de portada: calle de Betanzos (barrio del Pilar, Madrid).

1

“Desde finales de los 50, Banús Masdéu concibió el aislamiento y el horizonte elemental del que habría de transformarse en uno de los colosos de la vieja Europa. Así, como elogio de la abstinencia y del horror vacui, nació el románico moderno a gran escala. En la odisea finisecular, se aprendió a vivir en el mastodonte naranja, en el gigante desnudo, entre el ladrillo, las J’Hayber, el litro y la arena. Paradigma de la utopía sin clases, el quinto mundo se convirtió en tercero en discordia y el Frankenstein de Masdéu admitió la controversia. Penetrado por las nuevas corrientes, se mantuvo en su dictado con terquedad, apocado a la vez que incomprendido.” (1)

José Banús (1906-1984), un empresario muy ligado al Régimen de Franco, compró antes barato y edificó poco después. Sin apenas infraestructuras, sin nada, con parámetros cualitativos que dejaron mucho que desear y con más prisa de la recomendable, levantó el diplodocus urbano del barrio del Pilar a principios de los 60.

Calle de Betanzos.

Con el tiempo, he madurado la idea de que las demarcaciones acotan normalmente, precisan, pero también constriñen hasta el puro reduccionismo y, en último término, conducen hasta la exclusión. Con estas premisas innegociables y con el máximo de mis respetos a toda su grandeza humana, social y volumétrica, tomando como base las divisiones más o menos comunes y consensuadas, o más o menos tradicionales que se han venido haciendo de él, y atendiendo en definitiva a su morfología y a la construcción en tiempo y espacio, los límites del barrio del Pilar habrían de ser aquellos que vienen explicados por la calle Sinesio Delgado por el sur (el eje, que conecta el paseo de la Castellana con la Dehesa de la Villa, lo separa del distrito de Tetuán), las calles Villaamil y Vereda de Ganapanes por el oeste (que hacen lo propio con el barrio de Peña Grande), la avenida de la Ilustración por el norte (a veces se incluye la llamada “Ciudad de los Periodistas”, que puede ser considerada como “zona de influencia” y que llevaría en su caso el barrio hasta la avenida del Cardenal Herrera Oria) y la calle Finisterre, por el este, que establece una cesura entre las edificaciones paradigmáticas de este barrio tan singular y aquellas que corresponden por su tipología y localización al barrio de La Paz. Y luego, está la conciencia de pertenencia a la entidad o no de cada uno, cuya medida es del todo más compleja, más para sentarse un rato a reflexionar.

En cualquier caso, el barrio del Pilar, llamado también “El Pilar”, incluye por lo tanto las áreas o subconjuntos de la Ciudad Residencial Altamira e Iberia 2 (más comúnmente llamada “Ribadavia”, que lleva el nombre de su avenida principal), edificadas en los años 70,  arquitecturas con las que se dio por concluido. En lo que a mí respecta, residí en Altamira, en la avenida de El Ferrol, desde octubre de 1976 hasta junio de 2005, que fue cuando me fui a vivir a Cuenca, a una urbanización que lleva un título tan evocador como el de “Siglo XXI”.

Avenida de El Ferrol (Ciudad Residencial Altamira).

2

Hay un artículo de referencia sobre este lugar del norte de Madrid de fragancia inconfundible, un texto de la escritora y periodista Carmen Santamaría (Madrid, 1956) al que acudo con cierta periodicidad y siempre como si fuera la primera vez, créanme. “La importancia de este barrio estriba que es la primera promoción inmobiliaria destinada a la clase obrera que ha realizado una empresa privada” (2), escribía la autora.

“A principios de los setenta [afirmaba], la zona periférica de Madrid, especialmente en el sector norte, se iba a convertir en espacio residencial para los ejecutivos, profesionales y técnicos de la ciudad. Banús vio que el negocio ya no estaba en las clases trabajadoras, y decidió mejorar la calidad de sus edificios, y por ende, el nivel de renta de sus clientes. En este momento surgieron Altamira e Iberia 2, a la entrada del barrio, y la Ciudad de los Periodistas […]” (3)

Confluencia de las calles Melchor Fernández Almagro y Ginzo de Limia.

La información que nos dio Santamaria es de 1981 y apareció en el diario El País, cuando yo apenas tenía 10 años, antes por lo tanto de la puesta en marcha del centro comercial Madrid 2 -más tarde, llamado “La Vaguada”- y de la llegada de las estaciones de Metro de la línea 9 (Ventilla, Barrio del Pilar y Herrera Oria), que conectaron el suburbio con el resto de la capital, al menos bajo tierra. En referencia al centro comercial mencionado, el periodista Alfredo Pascual comentaba que “cuando se aprobó el proyecto, en 1975, absolutamente nadie estaba a favor de La Vaguada. Fue el francés Jean Louis Solal, el padre de los centros comerciales en Europa, quien tuvo la ocurrencia de elegir Madrid para expandirse, ya que no había en España ninguna superficie comercial de ese tamaño. Escogió unos terrenos al noroeste de Madrid, casi en las afueras, propiedad de José Banús […]” (4)

A vueltas por lo tanto con el sempiterno Banús y con su impronta en cada ladrillo y cada metro cuadrado de arena, en cada erial, Santamaría incidía en que “el barrio del Pilar es uno de los núcleos urbanos europeos con mayor densidad de población: viven 235 personas en cada hectárea. La concentración humana en grandes bloques, sobre solares de bajo precio, constituyó un negocio redondo para los constructores del barrio. Para la autoridad municipal y gubernamental [aseguraba la periodista] fue una solución cómoda para colocar a los miles de inmigrantes que llegaban a La capital” (5). Es la conciencia del que tiene un estilo propio y asentado, y lo sabe. Es la importancia de llamarse, eso, el “barrio del Pilar”.

3

En fin, que cualquiera que me conozca (y los que aún no lo han hecho) puede darse cuenta de que lo que escribo en estas líneas no es en realidad más que una crónica sentimental. En marzo de 2017 presenté mi novela Tú me has preguntado y no te he dicho nada en la sala Función Lenguaje (Lavapiés, Madrid). Mi libro trata sobre las tribulaciones y avatares de un tal Enrique Ballesteros, profesor de Filosofía de un instituto del barrio. “En el parque de La Alcazaba está el instituto de secundaria [IES Gregorio Marañón]. 52 ventanales dan una bienvenida un tanto tectónica” (6). Tampoco es difícil colegir que yo desarrollé mis estudios de B.U.P. y de C.O.U. en ese centro desde el año 85 hasta el 89.

Calle de Betanzos.

La trama de la novela se desarrolla entre el barrio Fuente del oro (de la ciudad de Cuenca), la localidad conquense/manchega de Las Pedroñeras (ojito a los tres inolvidables años que pasé en el que llaman con mucho tino «El lugar») y, por supuesto, las entrañas de este espacio también conocido como “El Pilar”, cuyo núcleo (con las precauciones descritas al comienzo de este artículo) vendría a estar justificado por las incontestables arterias de Ginzo de Limia, Monforte de Lemos, Melchor Fernández Almagro, Betanzos, La Bañeza y Ponferrada. Casi nada.

Calle Monforte de Lemos.

“La iglesia de la calle Ponferrada [escribí en mi novela] fue consagrada bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján y es un poco extraña, parece que está ahí, plantada. Delante, hay algo parecido a un parquecillo reducido a su mínimo común múltiplo, con una hiedra que protege a un árbol solitario […]. El pequeño Edén es un prodigio de la extravagancia y de la mala leche, reventado por una torre de electricidad y su caseta mortuoria, que configuran el horizonte de las terrazas de al lado, todas acristaladas con sus persianas entristecidas por el tiempo y el hastío. La iglesia es peculiar. La pared se vincula al edificio de la derecha mediante unas vigas horizontales de color blanco. Parece que las traviesas se transfiguran en conductos umbilicales, que salen del vientre de la madre nodriza, que alimenta al extraño redil suburbano”. (7)

Calle de Ponferrada.

Juan Cruz, periodista, aseveraba en 1978 que España había “tenido cuarenta años de desgracia arquitectónica. Los experimentos, la investigación del planeamiento urbano, la entrada en España de corrientes estéticas modernas, estuvieron ausentes de nuestro suelo. Por supuesto, los ideales artísticos -o su ausencia- del franquismo influyeron de modo decisivo en la atonía y el monumentalismo que azotó como una plaga el suelo español.” (8) Si tenemos en cuenta este comentario tan sugerente como demoledor, la aridez intramuros del contexto ponferradino puede extrapolarse con buen criterio a buena parte del núcleo del barrio (en definitiva, el área más grande y más reconocible) y hace de sus credenciales un modelo arquetípico y ejemplar.

Calle de Ponferrada.

En la línea de Santamaría y Cruz, Pascual afirmaba asimismo que “Banús había levantado el barrio a lo largo de los 60 al estilo de aluvión, con grandes torres a poca distancia unas de otras, y se había convertido en una de las zonas con mayor densidad de población de Europa.” (9) En efecto, El Pilar vivió los estertores de la dictadura, la Transición y la democracia, pero por encima de todo, El Pilar vivió leal a sí mismo. En un arrebato de posmodernidad, las lecturas y relecturas desde y hacia él parecen convivir bajo los preceptos de esta entidad monolítica y en apariencia inmutable (que cuando se rasca un poco, se ve que no lo es). Enredado siempre en las cosas del síndrome del banusismo “en el panal creció y parió la obrera [escribí en Tú me has preguntado…], bajo la investidura del sempiterno aparejo a sogas, bajo el absolutismo del sílice. El Prometeo del norte de Madrid robó la vida eterna, por eso Enrique cree que hay que arrodillarse cada vez que entra en La Bañeza”. (10).

Si usted desea conocer más sobre José Banús y sus construcciones paradigmáticas, puede leer mi artículo «Deconstruir la colonia de La Concepción» en El urbano/categoría Extrarradios (https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwjFxvLp-9XyAhUGjhQKHfk6BB0QFnoECAYQAQ&url=https%3A%2F%2Felurbano.org%2F2021%2F04%2F27%2Fdeconstruir-la-colonia-de-la-concepcion-madrid-fernando-sanchez%2F&usg=AOvVaw02ScpfG79Md3jxPGenAtIO).

Si usted desea seguir leyendo más cosas sobre el barrio del Pilar, puede leer mi artículo «Cómo aproximarse a la plaza de Carballo además del sendero en la broza y del Quinn de Paul Auster (barrio del Pilar casi siempre): https://elurbano.org/

(1) SÁNCHEZ, Fernando (2016): Tú me has preguntado y no te he dicho nada. Cuenca. 1ª edición, p. 159.

(2) SANTAMARÍA, Carmen (1981): El barrio del Pilar registra una de las mayores densidades de población de toda Europa. El País.

(3) SANTAMARÍA, Carmen (1981): El barrio del Pilar…

(4) PASCUAL, Alfredo (2018): Así nació La Vaguada. El Confidencial.

(5) SANTAMARÍA, Carmen (1981): El barrio del Pilar…

(6) SÁNCHEZ, Fernando (2017): Tú me has preguntado…, p. 114.

(7) SÁNCHEZ, Fernando (2017): Tú me has preguntado…, p. 37.

(8) CRUZ, Juan (1978): El franquismo olvidó las tradiciones del urbanismo español. El País.

(9) PASCUAL, Alfredo (2018): Así nació…

(10) SÁNCHEZ, Fernando (2017): Tú me has preguntado…, pp. 159-160.

2 respuestas a «EL BARRIO DEL PILAR Y EL ABSOLUTISMO DEL SÍLICE. FERNANDO SÁNCHEZ»

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