ROBERT CAPA Y PEIRONCELY: RECUPERACIÓN URBANA DE LA HISTORIA. MÓNICA OLALLA

Dedicado a José Mª Uría, compañero generoso y parte destacada de este proyecto de Capa y Peironcely.

… […] según la tradición generosa de Cervantes,

heroica viviendo, heroica luchando

por el futuro que era suyo,

no el siniestro pasado al que a la otra han vuelto.

… […] La real para ti no es esa España obscena y deprimente

en la que regenta hoy la canalla

sino esta España viva y siempre noble

que Galdós en sus libros ha creado

de aquella nos consuela y cura esta… […]

¿Oyen los muertos lo que los viven dicen de ellos?

Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable

para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella. […]

(Luis Cernuda, Díptico español, La desolación de la quimera, 1956-1962)

Arañamos la tierra sobre la que se pusieron los cimientos de nuestra vida y nuestra memoria. Ruidos atronadores del cielo presagian lo que está ya decidido. Una parte del recuerdo se intentó borrar en aquel momento en una cosmogonía no literaria que segaba como una hoz la risa, la música, el silencio y el espacio urbano y geográfico de un barrio. Madrid Sur en una sinfonía de arpegios que Capa decidió fotografiar para el semanario gráfico francés “Regards”.

Pocos testimonios similares existen en el corazón de una calle, una plaza, una casa que resiste para que no olvidemos lo que ocurrió allí. Unas mujeres comparten conversaciones sobre el precio de las patatas o de la carne en una ciudad asediada. Los niños corretean por sus plazas jugando con vuelos rasantes a ser mayores, a esconderse, a jugar a polis y cacos entre cascotes, fuego de mortero y marcas de obuses en la fachada de su vivienda. Agujeros de angustia que intentan arrasarlo todo, pero los ladrillos y el tejado a punto de derrumbarse tras el paso de Filomena no quieren callarse. Ni lo harán. A golpe de pala, con cada cata arqueológica y muchas horas de esfuerzo y trabajo se nos muestra un suelo, una pared y el testimonio de quienes vivieron ese oscuro momento. Serrat cantaba que el sur también existe y para muestra un botón.

Enfilamos desde la boca de metro del Puente de Vallecas la salida de la avenida de La Albufera, pero aquí no hay agua ya ni similitudes al paisaje valenciano que Blasco Ibáñez desgranaba en sus novelas naturalistas. A la su derecha Monte Igueldo y San Diego hasta la calle Imagen para adentrarnos en Entrevías, barrio descrito en una serie televisiva reciente con actores famosos. Recomiendo callejear, escuchar, observar porque dicha serie nada tiene que ver con la realidad, aunque esto es, si me permiten la expresión, «harina de otro costal” … Sí, querido lector: fue mi barrio muchos años y lo sigue siendo con páginas arcoíris, con claroscuros e imágenes un tanto difusas, amables y dolorosas. El mapa de su callejero está grabado en mi mente de tal forma que hasta con los ojos cerrados te llevaría hasta el apeadero de Entrevías. ¡Prepárate! ¡Va a estallar el obús! cantaban en los 80 unos muchachos melenudos que compartían muchas birras y canciones en el Pub Hebe con “cierto” alcalde que, por aquel entonces, era fan del heavy metal y del rock and roll en el Valle del Kas. Como no recordar esas “batallas navales” en verano con cubos de agua y litros de alegría en Martínez de la Riva y el Bulevar (que no Haussmann, pero que ni falta que hace…) y la vida de todo un barrio con sus luces y sus sombras. Años muy duros, años en blanco y negro también con sus grises que han pasado a ser olvidados. Años y espacios que, tristemente, caminan hacia una degradación constante, fruto, sobre todo, del olvido sistemático de las instituciones que prefieren mirar hacia el norte o el centro de la ciudad porque es más “cool”. Mientras, hay vecinos habituales que viven y resisten a todos los bandazos, transformaciones y otros nuevos que están cambiando por completo el escenario. Algunos, incluso, son testigos del momento histórico que se vivió aquellos días en la calle Peironcely y aledaños.

Hace poco leía un texto que me enviaba mi amigo Fernando sobre los “trogloditas” de Madrid y las cuevas que, hasta los años 50, existían en algunos barrios. Me sorprendí a mí misma visualizando a un Moisés en el Monte Sion de “Tiempo de silencio”, paradigma de un contexto urbano que seguía asediado ya no por bombas sino por otros métodos más sofisticados. Familias y personas con nombres propios protagonistas de novela en la pluma de Arturo Barea cuya “Forja de un rebelde” viajó hasta Inglaterra en 1936 poniendo voz a personas concretas que vivieron en Peironcely y alrededores. De su urbanismo disparejo, de materiales de chatarra y ladrillo, da buena cuenta el solar anejo a esta calle, bulldozers y vecinos desalojados en una reordenación ya anterior a lo que Capa vio y contó. Su plaza, hoy junto a la parroquia de San Carlos Borromeo es también el símbolo de toda una generación que grita y pide que no se les olvide, de una labor vecinal que sale a la luz y que lucha contra la degradación de todo un barrio. Una fresca mañana de un 22 de octubre de 2023 este largo proyecto de recuperación ha dado sus frutos y se ha reconocido este espacio de memoria y de recuerdo único en Madrid. Robert Capa, las víctimas, los vecinos y los testigos de la Historia siempre están con nosotros.

                                                                                                                       ז״ל

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