EL CARAMELO ENVENENADO. JOTA «EL DRUIDA»

No fue más que un caramelo envenenado la oportunidad que Pepe Navarro le brindó a Juan Antonio Castillo (El Patuchas) para cantar solo el estribillo de El Rap de los 40 limones en su magazine televisivo “Esta noche cruzamos el Mississippi”. Relegar a Patu, a ser un mero vocalista de “limones y medios limones” fue, aparte del origen de su fatal desenlace, un incomprensible desperdicio del enorme talento del autor.

Patu había sido el líder, cantante y autor de todas las canciones de ese difícilmente calificable grupo cordobés llamado Pabellón psiquiátrico, pero el escaso reconocimiento en España del grupo de letras tan atrevidas, a la vez que hilarantes hasta límites cordelianos como En el Cielo no hay alcohol, ni hay mujeres ni pastillas de color o Vi a Dios y me dijo ¿Qué tal estás?, y a la basca me quiso presentar“ o Ella sabía de diseño, de diseño congoleño o Si ser pijo se pega, yo me vacuno mañana o Si yo fuera inglés, negro y maricón triunfaría en esto de la canción hasta El hombre más bueno y el demonio más malo, para triunfar ¡A pasar por el aro!”

Después de ver el único documental, homenaje a tan importante personaje de la música y las letras españolas, realizado por Asbel Esteve en 2014, me quedé un poco decepcionado, ya que pasaba de refilón por la etapa de Patu en Pabellón, y se centraba en su llegada a Madrid para estudiar Arte dramático y re-lanzarse como Juan Antonio Canta. Las canciones de esta etapa son maravillosas y siguen teniendo la esencia de Pabellón como él quería, incluso llegan a momentos sublimes como  “Mi novia se fue en un barco en la 2ª guerra mundial y un submarino de Hitler mandó ese barco al fondo del mar, por un error de distancia Rodolfo Hitler me destrozó“, “En el fondo del mar tengo yo una novia en Silencio, un poquito de pescaíto frito me trae su recuerdo”, ”Es mi pena más larga que la barba de Jesucristo“, “Soy un preso que tiene la bola en el fondo del mar”, “Siempre que pelo una gamba recuerdo su forma de besar”, “Yo soy el viudo del submarino”, “Nunca he podido olvidarla, tal vez ya sea solo coral, tal vez alguna ballena la haya cubierto de gris ámbar, que las arropen, que las estrellas la alumbren, que sean los equinodermos dulces y tiernos como es costumbre”, todas ellas estrofas de la canción La novia del submarino.

Afortunadamente, esta canción fue sacada del baúl de los recuerdos del Patu por El Lichis, alma del grupo La cabra mecánica y podemos escucharla en alguno de sus discos, aunque yo recomiendo escuchar también la original en https://www.youtube.com/watch?v=25rNLi9GMQE”

Como decía, el documental no ahonda en la etapa de Patu en Pabellón psiquiátrico, donde fue capaz de crear himnos indelebles, intocables e indestructibles como En una tienda de campaña:

“Una alemana me la meneaba, en una tienda de campaña. Como veía que yo no me corría fue a llamar a Hildegarda”. Hasta llegar a “Millones de alemanas me la meneaban, Y conquistamos Yugoslavia, y luego hay quien dice que la raza aria, no es demasiado humanitaria…”. Y acabar en “Franco sabía muy bien lo que hacía, el Triple Eje prometía”. Increíble cómo se puede ser histriónico, hipersexual, hiperbólico, políticamente incorrecto (¡Qué nostalgia de otros años!), irreverente y gamberro con un ritmo tan pegadizo como una canción de los antiguos BoyScouts.

Siempre recordaré otro portento de canción como La Flauta de Bartolo, re-adaptación sui generis de la canción popular infantil del mismo nombre y cuyo ritmo extremadamente captador hacía que mi queridísima exsuegra, entonara ingenuamente las estrofas “Bartolo tenía una flauta con un agujero solo, era de color rosado larga y dura sobre todo” o “Bartolo no sabía acordes, escalas ni sostenidos, tocaba aquella flauta cuando se veía aburrido” desconociendo el significado implícito de la letra. Hoy, casi 40 años después, puedo seguir pinchando esta canción a las nuevas generaciones, y sigo obteniendo la misma alegría en el público, que de manera casi automática se aprende el pegadizo estribillo simulando tocar esa flauta (el instrumento…) cual flautista del lejano Hamelin.

Siguiendo con la revisión de algunas –sí, solo algunas-, porque Pabellón Psiquiátrico editaron 45 canciones, continúo con G de gilipollas anti-oda a los cuasi-inmortales Hombres G, que enamoraron a tanta adolescente (ahora casi sexagenaria) en los 80. Patu imita hasta en total mimetismo clónico la voz del cantante de forma que si no escuchas la letra, crees estar escuchando a David Summers. Incluso, los primeros compases musicales parecen indicar una nueva canción del grupo en cuestión, pero eso es solo muy al principio:

Sé que eres un chico inteligente

Que eres más famoso que el príncipe valiente

Y todas la chicas te dicen Vicente!«

Después, ya te estampas con la sátira crítico-destrozante de Patu haciendo referencia no solo a los integrantes del grupo sino a los títulos y letra de sus canciones Visiten nuestro Bar, Venecia o Devuélveme a mi chica: “Tantas ganas tenías de irte a Italia, Y de darle por culo a Lawrence de Arabia. No iré a tu bar déjeme ya tranquilo. Que te coman el pijo las chicas cocodrilo”. Quizás esta canción significó un cerrojazo a sus discos por los que mandan en este negocio, porque aunque Rafa, de Hombres G, dijera que se habló del Patu solo por esta canción, a la vista está que no fue así, y sí que les escoció este estribillo  “G, G, G, G de gilipollas”.

Y para finalizar este primer acercamiento a nuestro Patu (digo primero porque nos quedan muchas perlas de este autor que tendremos que analizar más adelante) os dejo una joya de ritmo bailable que salvo algunas estrofas bien la podía haber incluido Milikito en alguno de sus discos de Rock and Roll infantil:

“Tú te creías fuerte, cambió tu suerte feo mandril

Porque yo soy más guapo que tus retratos macaco vil

Súbete a un cocotero que yo no quiero que estés aquí

Olvida tus victorias, porque ya eras historia

Desde el momento que he subido yo a este ring.

Esta vez se acabó tu tongo

Mira, mira, mira cómo me pongo

Aunque ahora tenga muchas ganas

Todo en la vida no van a ser bananas

Quizás esta última estrofa sea un homenaje a nuestra querido y también tristemente desaparecido Javier Krahe, ya que, en esta vida, aunque tenga muchas ganas, “No todo va a ser follar”. Os conmino a buscar estas canciones y re-escucharlas si ya las conocíais, o a impregnaros de ellas si no es así, pero en ambos casos, os lo pasaréis muy bien y seguro os llevaréis la primera en la frente.

Un saludo a los bloguianos urbanitas seguidores de mi amigo, “sobrino” y no por ello menos querido Fernando Sánchez.

Jota El Druida.

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