CAÑO ROTO/LOS CÁRMENES. FERNANDO SÁNCHEZ EN COLABORACIÓN CON JUAN ANTONIO MARTÍN-FORERO.

A la familia Martín-Forero Salgado.

Hacia el binomio Caño Roto/Los Cármenes

Queridos lectores: qué gusto da cuando te llevan en brazos, cuando te arropan, cuando te duermen en régimen de semi abandono. Y cuando te jalas un poco de morro en la mesa de alguien tan especial y ya de paso, en el páncreas de un poblado dirigido de Madrid. Y qué placentero es además cuando te dejas llevar por la brisa de las cosas del arraigo, en esta ocasión en el interior del tren de cercanías de mi grandísimo amigo Juan Antonio Martín-Forero, alias “Juan” de toda la vida, quien me introdujo por las buenas en el ecosistema de aquel majestuoso altar de Carabanchel Bajo.

Usted debe saber, no obstante, que no me hacedecé mirar por el espejo retrovisor porque parece que está lloviendo todo el rato. Si a la baja presión en altura de antes le unes la de ahora en superficie, la suma de ambos elementos puede dar para una gota fría de truenos y relámpagos de dolor y destrucción, y de riadas que salen en todos los telediarios y que se llevan los coches y las casas por ahí, pero si te vas al merendero del anticiclón detrás de los demás, ya te consideran un borrego. En consecuencia, sólo hay que marcar el terreno allende el pastoreo y saber cada uno lo que tiene que hacer en cada rodal.

Nosotros lo intentamos. Habríamos de transitar y de pasarlo bien por las carnes lechales del Caño Roto y del barrio de Los Cármenes, en Madrid.

A pesar del binomio Caño Roto/Los Cármenes

El grupo de metal Pantera compuso una magnífica Slaugthered (del álbum Far beyond driven, 1994) en la que explicaba que cada uno era el rey de sí mismo, todo a través de una serie de broncos y cuidadísimos decibelios from hell. De esta guisa, cuando nos metíamos por esas calles tan anómalas, por lugares presuntamente inhóspitos y desafectos, nos daba la sensación de que nos salíamos un poco de esos condicionantes climáticos y de que nos hallábamos como jerarcas a fin de cuentas, dueños de nuestro mundo y de nuestra propia condición de hombres sueltos. Y de pronto me vino al torrao el film/documental Cuando éramos reyes*, que me recomendó el propio Juan en la Alta Edad Media de nuestra existencia común.

Les comento que no parecía que nos viésemos en la necesidad de salir de un espacio cualquiera, sino de estabilizarnos algunas horas en la sala de urgencias de ese pueblo de pueblos, apófisis de mi/nuestro Madrid. De dos currantes de la comunidad. Se acabó esa dieta de dar vueltas al fresco. Llegamos al abrazazo inmemmmso y prologón con la idea de hacer algo productivo con su salsa y guarnición sin tener que vernos en la tesitura de pedir perdón a nadie. Y en el pecado, entonces, llevábamos la penitencia. Éramos dos hijos de inmigrantes, como protohistóricos “de Madrid”, de abuelos y de abuelas de pueblos de Toledo (Ajofrín, San Martín de Montalbán, Chueca) y de la Ciudad Real profunda (Alcoba, Fontanarejo), casi na, y el contexto familiar nos daba cuando menos para imaginarnos como una alegoría terrenal dentro de aquella Babel posracionalista. Y ambos del Atleti, por supuesto, aunque eso lo dejo (si eso ya) para otro día.

En fin, que en medio de aquel preludio de multiverso no tan cualquiera, de la substancia en cada esquina, del canario, del afecto, del tendido a ras de suelo, del olor a comida y del síndrome de Estocolmo, nos daba la sensación de que enhebrábamos cárceles de humanidad de fragancia inconfundible a los pies del sempiterno Carabanchel Bajo, como ya les he comentado.

Desde el binomio Caño Roto/Los Cármenes.

Escribía Andrés Trapiello: “Aluche era uno de los barrios nuevos […] a medio camino entre los Carabancheles y Madrid. Los incorporó Franco a la ciudad en 1944, junto a Villaverde, Vallecas, Vicálvaro, Canillas y Canillejas, Barajas, Chamartín, Hortaleza, Fuencarral y El Pardo […]. Lo ha dicho uno otras veces, la España cervantina desapareció para siempre con el Plan de Estabilización de 1959. Estos pueblos son <<a todos los efectos>>, parte de Madrid. Al incorporarlos a la capital Franco trató de hacer crecer la ciudad tanto como de concentrar en ellos y tener vigilados a los obreros, la peligrosa fuerza que, en su opinión, había invadido Madrid durante la República […]. Aluche no era propiamente un barrio rojo, sino a medio camino, de aquellos que se llamaban <<dormitorio>> […] En mi caso fue un barrio dormitorio, desde luego, aunque no dormía mucho entonces”, concluía el autor con esa ironía de tantos quilates (Madrid, 2020, Ed. Destino, pp. 148-150).

En este contexto, los poblados dirigidos de Madrid (siete, desde Entrevías –el primero de ellos- hasta la planificación de Caño Roto en 1957) emergieron de la chistera franquista como reacción frente a ese aluvión espectral de abuelos y abuelas de fuera de la urbe, todo desde los años 50 del siglo anterior. Juan me acercó también a Los Cármenes (al lado de Caño Roto), el lugar donde vivió hasta los 15 años (calle Borja), a través de las icónicas casas bajas de siempre y de los senderos de gloria que le llevaban al cole indefectiblemente. Me contó que cuando él hizo la comunión en la parroquia Resurrección del Señor, el cura, del que él piensa que era “medio rojo”, les instaba a que no vistiesen con el atuendo clásico de marinero o con trajecito, sino “de calle” y él –me dice- pues eso, que fue “un poco de calle”. Me hubiese gustado entrar dentro de esa iglesia, pero salió un hombre de allí y nos comentó que la estaban “aseando”. Me hubiese encantado darles cuenta a ustedes de un concepto tan interesante como la hibridación subsecuente y palmaria, de un aglutinante tan de andar por casa y, en definitiva, tan nuestro. Cuando lo anecdótico se convierte en estructural. Otro día.

Juan me ilustró sobre la plaga de la heroína en los 80 que arrasó el barrio (escenas muy fuertes). Me comentó que uno de sus tíos reside aún en Caño Roto. Me explicó que sus abuelos paternos vivían también allí. En cuanto a la estructura del poblado, se habla de construcción modular, de personalismos que se sobreponen al urbanismo despiadado, de organicidad, de rutinas de campo y de recuerdos infantiles y perennifolios. Hay en esas casas bajas en hilera una mención expresa al individuo y a sus cosas de siempre, un humanismo latente y de veras enternecedor. Y también edificios de escasa altura (4 a 6 plantas), que coexisten galantemente con otros de doce, que sustituyeron –me dice Juan- a las casitas de entonces, y que realojaron a los mismos vecinos en un hábitat del que se afirma que está como moribundo, apagado.

Después del binomio Caño Roto/Los Cármenes

En consecuencia, a nosotros nos urgía un replanteamiento más o menos honesto de las periferias, que siempre son la médula de algo decididamente. Si establecíamos la solución Carabanchel Bajo como centro geométrico de aquella movida tan incomprendida, a lo mejor los árboles empezaban a dejarnos ver a través de nuestros bosques frondosos e inmarcesibles. Aprender a querer este lugar era a aprender a querernos un poco más a nosotros mismos. Es algo así como el aprendizaje significativo, otra chorrada que hemos parido los de la Enseñanza. No se puede hacer turismo a todas horas. Eso está muy feo.

En ocasiones, describen al Caño Roto (nombre de un antiguo arroyo que iba a parar al río Manzanares) como una colonia ruda, marginal y a través de una vasta relación de adjetivos de esa enjundia. En el artículo de ABC La suciedad, el vandalismo, el trapicheo y la inseguridad reinan en el Caño Roto (M.J. Álvarez, 30 de diciembre de 2018), la autora nos habla de barbacoas en la calle, de objetos tirados/colgados/quemados, destrozos, advertencias chungas, carreras de vehículos, piscinas de detritus, a medio camino de la cordura. Otro artículo por el que se hace necesario dar una vuelta es uno que leí hace tiempo, de Antena 3 (23 de mayo de 2023, María Rodríguez), en el que se afirma que existen vecinos que conviven con ratas, malos olores, tuberías infectas y degradación intestinal. Nosotros caminábamos por allí y tratábamos todos esos asuntos sin acritud. El paseo resultó ser muy agradable y, al menos de puertas para fuera, aquello pareció ser absolutamente normal. Y chapoteábamos al fin en el plato de ese apetitoso manjar que ponen en el Mesón del Cordero, sentaditos en la terraza, bajo el paraguas de una sombrilla que nos guardó de la intemperie.

Juan me indicó que hacía muchos años que no pasaba por allí, pero que había cosas que estaban intactas, como cuando en su niñez/adolescencia. No les puedo engañar: fue hasta preceptivo mirar hacia atrás con tan extraordinaria compañía, después de una indeleble amistad de 40 años, eso, Cuando éramos reyes. No parecía que diesen lluvias. Y después de nuestra estancia en ese restaurante acogedor, muy sentimentalones y tal, Juan me acercó al barrio del Pilar y después, se piró hacia Boadilla del Monte. Y el maravilloso Reino del Caño Roto/Los Cármenes se quedó quieto y sosegado en el contexto sociotérmico de una inestable tarde de otoño pleno de resabios, un territorio (no tan comanche) en el que constatar que todos sus súbditos gobiernan a su libre albedrío. Me encantó. Les dejo, si lo desean, con el enlace al tema Olé Caño Roto (Los Chorbos, 2001), un prodigio rumberoflamencopsicodélico que me embriaga. Disfrútenlo también.

Enlace al temita, niñ@s: https://youtu.be/P5Wr68PxMIU?si=FHr5xxi_SdFyKT4x

NOTAS:

*Cuando éramos reyes (Leon Gast, 1997) es un magnífico film/documental que trata sobre el combate de boxeo entre Mohammed Alí y George Foreman en Kinshasa (antiguo Zaire, 1974) y, sobre todo, sobre la cultura africana y la negritud.

Si quieren saber más sobre algunos lugares de Madrid en este blog, pueden echar un vistazo a algunos artículos de Fernando Castillo, José Tomás Castillo, Mónica Olalla, Mari Carmen Ruiz, Enrique Sánchez y Fernando Sánchez. Qué madrileños todos ellos, por Dios. No se los pierdan.

3 respuestas a «CAÑO ROTO/LOS CÁRMENES. FERNANDO SÁNCHEZ EN COLABORACIÓN CON JUAN ANTONIO MARTÍN-FORERO.»

  1. ,,, discuLpen Lá inTROMiSSiON o reseña: én eL TEMAZZZO dé Leño: Lá fina, haze una aLusión á caño~roTo, «vueLves desde eL caño aL coro ,,,» juananTONiO, Tambiém conozido cómmo «juanín» , nadamás, saLúz & RWACK

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  2. Fabuloso y sublime ese Caño Roto y Los Cármenes al alimón. Muchos recuerdos de mi Vallecas en los años 80 y 90 y ese Obús en el metro del Puente de Vallecas. Gracias por esa preciosa regresión

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