Madrid, 1971. Doctora en Filología Semítica (hebreo-arameo). Estudió en la Universidad Complutense de Madrid, ciudad en la que ha vivido gran parte de su vida. Apasionada de la lectura, la investigación (centrada en el judaísmo) y viajera, siempre aprendiendo. Reside actualmente en Cuenca y ejerce la docencia entre el I.E.S. Diego Jesús Jiménez (Priego, Cuenca) y el I.E.S. Fernando Zóbel de esta ciudad en la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. Desde ahora, es colaboradora de El urbano.
Imagen de portada: Desierto de Judea desde la fortaleza de Massadah.
Colinas y montañas secas, amarillas, peladas… “Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías…”.
Somos lo que vivimos a través de nuestras observaciones. La corriente de la conciencia (añado “inconsciente”) como Marcel Proust con su magdalena o Virginia Woolf en su propia habitación. Mi paisaje sentimental de Jerusalén es una realidad distribuida en vallizuelos de distinto color; todos ellos configuran barrios y zonas donde grupos religiosos, étnicos y culturales se asientan. Esa creación parecida a un microcosmos fagocita al viajero en una maraña, en códigos indescifrables a veces desde lo amable y otras desde lo violento. Siempre ha sido así. Lo percibido se acompasa con la madurez emocional y la circunstancia. Vuelta a la realidad. Readaptación. El sol abrasa, siempre marcando los ritmos y el amanecer temprano acorta el día. ¿Qué es un reloj? Joya que pasa de mano en mano: Venecia, Lena Calvi, Teniente del navío Lemercier, la casa de Alfred… Y el tiempo se detiene. Otra vez.

No sé si será espiritualidad o una potencia extrema la que arrasa su aire irrespirable pero que invita también a la calma. Rodeo el Monte de los Olivos que serpentea la tumba de Absalón, ¿podríamos entonces viajar hasta el Missisipi y asistir a una lucha de clanes, familias desestructuradas y asesinatos entre hermanos? La cabellera del hijo de David se enredó en unos árboles o más bien en arbustos entre pedregales. No percibo esta vegetación en Faulkner. El Sur y el Este. Siempre mirando al oriente, con el rezo, la plegaria. La puerta tapiada que espera al Mesías que ya bajó desde Betfagueh. La muralla de Saladino rodea la ciudad que duerme. Ese paño de piedras blancuzcas que rodea sus diferentes puertas. Aunque el desierto me gusta mucho más, vuelvo a lo urbano. Dos velocidades, dos mundos.

Los arrabales, las afueras, los suburbios amontonados o la zarza ardiendo …“¡Allí estaban las chabolas! Sobre un pequeño montículo que concluía la carretera derruida, Amador se había alzado – como muchos siglos antes Moisés sobre un monte más alto – y señalaba con ademán solemne y con el estallido de la sonrisa de sus belfos gloriosos el vallizuelo escondido entre dos montañas altivas … […] (1) Me vuelvo a perder de nuevo en el Hinnon, en la puerta de las basuras y en el Este transjordano. El Scopeion como puerta ante lo desconocido. ¿Qué sensación de trasplante físico y espiritual tendría cualquier viajero antes esta tierra inhóspita? El rey David con su arpa recitando salmos lanza su voz al viento, sí, tengo un síndrome, soy Jesucristo, soy un patriarca, soy Salomón. Sin embargo, ahora elijo palmeras … “ Mi amado es para mí una bolsita de mirra que descansa entre mis pechos / Mi amado es para mí un racimo de alheña en las viñas de en Gedi … […] (2)
Amos Oz en sus memorias (3) relata las experiencias de sus padres y cómo, en concreto, su madre, sucumbe ante la llegada a esta tierra. Europa civilizada y Oriente agreste, sin orden, ni normas, con un código no escrito que el viento se lleva en cada ráfaga, cada vez que al aire levanta el polvo de sus piedras, pero no de sus dunas. Imágenes exóticas de un territorio que rechaza al que llega. Polonia, Checoslovaquia, Austria, imperios que se desmoronan de exquisitez intelectual y que conforman después un “trasplante urbano”. Siempre en la memoria lo que se deja atrás porque en el presente que empieza hay mucho de lo nuestro.

Lo urbano se readapta a nuevas situaciones que aprovechan estructuras anteriores o bien piedra sobre piedra construyendo, haciendo, edificando. La línea recta que quisiera alcanzar el cielo contrasta con espacios curvos ínfimos estilo Bauhaus, pero el interior se cierra a lo más geométrico. Schoken y Weissman impulsan a Mendelsohn en un mirador soberbio que divisa el desierto saludando a la muerte en su capilla… “de gran escala y libertad, de equilibrada proporción y aquella natural simplicidad cuya lógica busco desde un principio y ese es mi objetivo” (4) . ¡Cuántas horas en Haddasah leyendo manuscritos médicos! Ahí, sentada en la escuela de enfermería con su ventana de “ojo partido” como la división de un alma errante.

“La casa quedará muy bonita: una suerte inicial. Es muy diferente a la de los Weizmann” (5). El entorno desafía al paisaje de nuevo desde una colina solitaria, se funde en un todo solo interrumpido por zonas verdes o boscosas aunque Ein Kerem y las vidrieras de Chagall nos interpelan de un modo distinto. El molino de Montefiore en Yamin Mosheh en Occidente le roba un ápice de aire a Oriente de nuevo. El mediterráneo. Una parte de mí se queda allí. El mejor cantar. “Ponme como un sello sobre tu corazón, cual sello sobre tu brazo / pues fuerte es el amor, inexorable como el She´ol la pasión”.
Shalom. Bienvenidos.
(1) Martin Santos, L. Tiempo de Silencio, Seix Barral, 1993 (edición definitiva)
(2) Cantar de los cantares 1, 13 y ss.
(3) Oz, A., Una historia de amor y oscuridad, Siruela, 2017.
(4) Cobbers, A., Mendelsohn, Taschen, 2008, 87
(5) Cobbers, A., Mendelsohn, Taschen, 2008, 83
2 respuestas a «LECTOR, AÑADE EL TÍTULO QUE DESEES O NO… MÓNICA OLALLA»