EL URBANO Y EL SEÑOR HENRI. FERNANDO SÁNCHEZ

El señor Henri (2003, ed. Mondadori, España) es obra del escritor Gonçalo Tavares.

Imagen de portada: elaboración propia. Imagen del texto: Casa del Libro.

A Pablo Contreras 100 veces.

A Pablo Contreras, exégeta de todo lo bueno.

1

Señor Henri, aún deglutiendo la geometría de la infinitud abarrotada en una baldosa, al menos en una cualquiera de su antro tan distinguido y memorable, apoyado en las coordenadas del sincretismo de tiempos y espacios: en sus manos encomiendo mi espíritu por todo aquello que usted esté dispuesto a admitir a trámite en este punto 1. Siga poniéndose hastarribísima de absenta (yo no lo voy a hacer, bébala por mí) y manténganos apaciguados con la prepotencia y la sabiduría a las que nos tiene (mal) acostumbrados. El orden de factores no altera el producto ni hartos de vino. O “ni hartos de absenta” también se puede decir.

2

Felicidades, señor Henri, por la ocurrente combinatoria de aforismos truculentos, que de truculentos a nuestros alcances llegan a ser como el sol a la mañana de agosto. Me hallo en la diana de sus tribulaciones… ¡Estamos muy consentidos, créame, señor Henri!

3

Y por la reconversión y la reconsideración de su barrio a través del monologuismo hormigonado, por la cosmogonía del absurdo raro en la olla exprés de ese bar de abajo, por la hipotenusa de sus creencias y abigarramientos intelectuales (señor Henri). Señor Henri, mencionado una y mil veces, como debe ser.

4

Usted es lo máximo, señor Henri, por asumir que “es verdad que si un hombre mezcla absenta y realidad obtiene una realidad mejor, pero no lo es menos que si un hombre mezcla absenta y realidad obtiene una absenta peor”. Por eso –insisto-, usted es lo máximo, señor Henri. Desde el infierno.

5

El ritmo endemoniado y febril de sus cosas, -alabado sea Dios, señor Henri-, es causa de extraña lasitud y por eso es muy elogiable y también me pone muchísimo, así como la liturgia urbana implementada en un establecimiento normal, que ya no lo es, nunca lo fue, señor Henri.

6

La absenta es una bebida alcohólica de color verde y de muy alta graduación, como usted bien sabe, señor Henri (la gente ese dato a lo mejor lo desconoce).

7

Señor Henri, como excelso creador/engendrador de antimateria espantosa que usted es, me permito dirigirme a su persona con palabras sintagma antimatéricas. Usted es puro Tractatus, usted es puro lenguaje que habla de su propia semántica demencial. Hay mucha dignidad maxilofacial en sus cosas, señor Henri. Hay absentismo en esa dialéctica hegeliana, entre las rocas: pídase otro vaso de absenta (la absenta –del señor Henri- como entidad conceptual da para una tesis doctoral, es un atropello de antagonismos un tanto enrevesados).

8

Mónica Olalla me lo deja dos veces y yo leo dos veces al señor Henri. Y si me lo deja 17.483 veces, lo leeré 17.483 veces. Gracias, Mónica, por dejarme ese libro (muy bien) titulado El señor Henri. No hubiese estado mal en cambio Henri, el señor. O El Henri, señor.

9

Usted comenta en la página 73 que “el teléfono se inventó para alejar a las personas unas de otras”. Nada que objetar, señor Henri, pero no consigo imaginar cómo es usted, qué aspecto tiene, sus hechuras, su jeta: es el miedo a la prosopografía, el respeto a la iconoclastia. Ruego me disculpe, señor Henri, por mis tontunas.

10

Eso sí, señor Henri, felicite de mi parte a su ideólogo, don Gonçalo Tavares. Felicítelo efusivamente y llénelo de besos y abrazos si es posible, señor Henri. ¡Y deje ya la puerta abierta para la absenta, haga el favor!

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